Green Village en Bali es un ejemplo revolucionario de arquitectura sostenible y turismo consciente. Ubicado en lo profundo del valle del río Ayung, cerca de Ubud, este conjunto de casas de bambú es mucho más que un alojamiento ecológico de lujo: es un proyecto pionero de diseño regenerativo. Construido completamente a mano y sin clavos, Green Village demuestra cómo la integridad ecológica y el confort refinado pueden coexistir sin conflicto.
Green Village es una creación de Elora Hardy y el equipo de Ibuku: diseñadores, ingenieros y expertos en bambú que buscan redefinir la vida moderna. Su principio fundamental es trabajar con la naturaleza, no contra ella, utilizando bambú, uno de los materiales más renovables y de crecimiento rápido del planeta. Las estructuras se ensamblan sin herrajes metálicos, aplicando técnicas de carpintería ancestrales adaptadas a las necesidades contemporáneas.
Este enfoque no es solo estético. Cada pared curva, espacio abierto y viga doblada a mano tiene un propósito estructural, ambiental y filosófico. Las casas están diseñadas para respirar con la jungla, aprovechando la ventilación natural y la luz solar, eliminando así la necesidad de aire acondicionado o iluminación artificial intensiva.
Además, el proceso constructivo se basa en la implicación comunitaria y la educación. Se capacita a artesanos locales en técnicas de construcción con bambú, generando empleo, preservando habilidades culturales tradicionales y fomentando un desarrollo responsable que protege el entorno natural.
El bambú es ideal para construcciones tropicales por su resistencia, ligereza y capacidad para resistir terremotos. Alcanza la madurez en solo 3 a 5 años, mucho más rápido que los árboles maderables tradicionales. Esto lo convierte en una solución sostenible en regiones como Bali, donde la protección del ecosistema es esencial.
Su flexibilidad permite formas dinámicas y fluidas, imposibles con materiales convencionales. Por eso, Green Village presenta viviendas con escaleras en espiral, balcones orgánicos y techos en capas que se asemejan más a formas naturales que a construcciones humanas.
Desde el punto de vista climático, el bambú absorbe más dióxido de carbono que muchas especies de árboles. Cada casa del Green Village no solo es neutra en carbono, sino que también contribuye positivamente al medio ambiente.
Los residentes y visitantes disfrutan de una experiencia envolvente: despertar con el canto de los pájaros, ver monos en las copas de los árboles y ducharse al aire libre rodeados de vegetación. Cada casa es una obra de arte, con interiores hechos a medida, muebles locales y vistas panorámicas de la selva.
No hay separación entre lo interior y lo exterior. Las paredes de bambú tejido, los suelos pulidos a mano y las ventanas abiertas permiten la entrada del viento matutino y de los colores del atardecer. Green Village propone una vida sincronizada con la naturaleza.
La conectividad está presente, pero integrada de forma discreta. Wi-Fi, iluminación y sistemas de agua se instalan con técnicas de bajo impacto, asegurando confort sin comprometer la filosofía ecológica. Todo, desde los suelos hasta los techos, refleja un diseño con mínima huella ambiental.
Lo que diferencia a Green Village no es solo su arquitectura, sino la comunidad que alberga. Familias, creativos, nómadas digitales y emprendedores ecológicos conviven con una filosofía de vida consciente. Muchos colaboran con la cercana Green School, una escuela innovadora basada en la sostenibilidad.
Talleres, cenas compartidas y visitas guiadas al taller de bambú fomentan la conexión entre personas con valores similares. Los huéspedes pueden participar en el proceso creativo mediante clases de diseño o actividades con artesanos locales. Green Village es más que un alojamiento: es un centro de aprendizaje y estilo de vida.
También mantiene un fuerte vínculo con la cultura balinesa. Se respetan y celebran las ceremonias locales, integrándose en la vida del pueblo. Esta armonía entre innovación ecológica y sabiduría ancestral otorga alma al proyecto.
A medida que el turismo global se inclina hacia la sostenibilidad, Green Village se posiciona como un modelo inspirador. Demuestra que el lujo no requiere excesos, y que viajar con sentido es posible sin dañar el planeta.
Arquitectos, urbanistas y desarrolladores visitan Green Village como estudio de caso. Ha inspirado proyectos similares en Tailandia, Costa Rica y México, demostrando que el diseño regenerativo puede escalarse y aplicarse en distintos contextos globales.
Además, el proyecto sigue evolucionando. Se construyen nuevas casas con mejoras técnicas, se amplía el cultivo de bambú y se establecen alianzas con universidades para investigar nuevas formas de construcción sostenible.
Green Village ofrece visitas privadas y reservas de alojamiento. Hay diferentes viviendas disponibles, desde villas junto al río hasta espirales elevadas entre los árboles. La mayoría de estancias incluyen talleres y actividades educativas sobre el bambú.
También es posible adquirir una propiedad si se comparten los valores del proyecto. Los compradores son seleccionados cuidadosamente para garantizar la continuidad del espíritu ecológico del lugar. Vivir en Green Village implica sumarse a un movimiento comprometido con la armonía y la sostenibilidad.
En febrero de 2025, Green Village continúa expandiendo sus iniciativas: retiros, educación ecológica y residencias para arquitectos conscientes. Es un referente de cómo se puede vivir en equilibrio con la Tierra.